La empresa TEPCO, operadora de la central nuclear de Fukushima (Japón), ha comenzado este lunes a lanzar al mar miles de toneladas de agua radiactiva de depósitos especiales y del sótano de los reactores 5 y 6 de la planta para facilitar las tareas de sus trabajadores, a los que la contaminación impide avanzar en algunas zonas.
Se trata de una medida de emergencia (así la califica el Gobierno nipón), que según varios expertos en materia de energía nuclear y medio marino trae consecuencias para ese ecosistema, afectando no solo a las algas y los peces, sino también al ser humano.
Para Francisco Castejón, coordinador del área antinuclear de Ecologistas en Acción, la liberación de hasta 11.500 toneladas de agua radiactiva al mar le parece una medida "inadmisible", puesto que "están contaminando todos los fondos marinos próximos a la central, una zona de pesca que deberá quedar vedada de forma indefinida". A su juicio, una vez liberada toda esa cantidad de material contaminante, "tendrá que haber un control permanente de la zona y de los seres vivos que la habitan".
Demetrio de Armas, subdirector de investigación del Instituto Español de Oceanografía, destaca la falta de información que existe en torno a qué tipo de material radiactivo contiene esa agua liberada al Océano Pacífico y en qué cantidades.
¿Cuál debería haber sido entonces la medida más adecuada a los problemas que está teniendo Fukushima? Para Castejón, la respuesta está clara: "Guardarla y tratarla como un residuo, antes que liberarla (el agua radiactiva) al mar". Una medida en la que coincide también De Armas desde el Instituto Español de Oceanografía, quien opina que "se debería haber almacenado en un depósito", puesto que "cualquier tanque de una refinería podría recibirlo".
Ambos expertos coinciden en que el agua radiactiva tiene que estar en un sitio controlado y que se pueda tratar. "Hay plantas para eso, que se dedican a recuperar el combustible ya irradiado", dice De Armas, quien aclara que liberando toda esta cantidad de material al océano "se desconoce lo que puede pasar", ya que "lo que ocurre en el mar es incontrolable".
El problema, dice De Armas, reside en que "se está utilizando el mar como vertedero", cuando "el mar no lo recicla todo". Según este experto, "debería evitarse cualquier tipo de actuación que suponga tirarlo al mar, o a un río, o a un desierto", ya que "supone un impacto total al medio ambiente".
La vida de los materiales radiactivos
Francisco Castejón, coordinador del área antinuclear de Ecologistas en Acción, apunta que la clave sobre la liberación de agua contaminada está "en conocer si procede del interior de la vasija (del reactor) o no". En el peor de los casos, si esa agua conteniese plutonio, "la cosa sería irremediable", añade.
En función de los de isótopos radiactivos presentes en el agua liberada y de su cantidad (De Armas recuerda que entre los materiales liberados hay gases nobles, yodo, cesio y teluro), la duración de la radiactividad en el medio ambiente podrá ser mayor o menor.
"De acuerdo con los períodos de vida media, el elemento que más va a tardar en desaparecer en el mar es el cesio-137", afirma De Armas. "Es el radioisótopo que tiene una mayor vida media radiactiva, en este caso de 30 años (otro radioisótopo presente en Fukushima es el yodo-131, con una vida media de 8 días)". A partir de ese tiempo, prosigue este experto, los elementos reducen su "fuerza radiactiva" a la mitad, "no desaparecen del todo", apostilla.
Movimientos de las corrientes marinas
Los comportamientos de estos materiales radiactivos en el agua dependerán, según De Armas, de las características y propiedades de la zona en donde se produce el vertido y de los propios radionúclidos (elementos radiactivos) que estén en la sustancia contaminante (en este caso, agua radiactiva).
En cuanto entran en contacto con el océano, "este combustible radiactivo tiene tendencia a acumularse en las partículas del mar, contaminándolas", explica De Armas. Una vez allí, el material radiactivo podría llegar al fondo marino y alcanzar así a los sedimentos, o bien entrar en la cadena biológica.
La rapidez con la que el agua contaminada deja de ser nociva para los seres vivos dependerá, según Demetrio de Armas, "de la renovación de las aguas, de las corrientes y de las condiciones de la zona del vertido".
En cualquier caso, señala este experto en oceanografía, la radiactividad de Fukushima no llegará a España "por mar". Tampoco afectaría a la costa oeste de Estados Unidos, dada la amplitud del Océano Pacífico. De todos modos, insiste De Armas, "es muy difícil aventurarse en estas cosas con la escasa información que tenemos".
Vía: 20 Minutos
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