Un satélite del tamaño de un autobús impactará el viernes sobre la Tierra. La noticia difundida por la NASA el pasado martes provocó desasosiego entre la población civil. Lo detalles eran alarmantes: cifraba en una posibilidad entre 3.200 el riesgo de que residuos del artefacto impactaran sobre un ser humano. Sin embargo, sobreviviremos al apocalípsis. Rusia anunció que los fragmentos del satélite estadounidense UARS -que emprendió su regreso a la Tierra hace seis años- caerán a las 20.05 GMT en el Mar del Coral (Papúa Nueva Guinea), junto a Oceanía.
Expertos consultados por 20minutos minimizan el estado de alarmismo. "La caída de restos de satélite en la Tierra es algo frecuente. Es más extraño que la NASA busque atemorizar a la población que la noticia en sí. La probabilidad de que alguien resulte herido es ínfimo". De hecho, desde el comienzo de la era espacial no se ha confirmado ningún caso en el que haya resultado herida una persona por un objeto espacial durante la maniobra de regreso.
Sin embargo, Javier Armentia, astrofísico y director del Planetario de Pamplona, ha explicado a 20minutos.es que el anuncio de la NASA simplemente responde al cumplimiento de una serie de protocolos. "La NASA y otras agencias espaciales han firmado acuerdos sobre chatarra espacial que les obligan, por ejemplo, a hacer públicas este tipo de informaciones cuando la probabilidad de accidente es mayor de una entre 10.000", explica Armentia.
El experto reconoce que la agencia estadounidense suele crear un espectáculo de casi cualquier actividad sólo para darse autobombo, pero no cree que este sea el caso. "La NASA juega a la popularidad en cuanto tiene la oportunidad, pero en este caso sería poco inteligente hacer eso ya que supondría mala prensa".
Bajas probabilidades de accidente
La vida útil de los aparatos en órbita es relativamente corta porque la radiación cósmica es muy fuerte y el desgaste de los materiales en el espacio es enorme. Los satélites emprenden el regreso a la Tierra cuando son inservibles y se desintegran al entrar en la atmósfera. Sin embargo, hay pequeñas piezas que sobreviven a las altas temperaturas e impactan sobre la Tierra.
Aunque las probabilidades son menores de lo habitual, Armentia asegura que siguen siendo muy bajas. "No se puede decir que caiga chatarra espacial todos los días. No son tantos los satélites que orbitan alrededor de la Tierra... Pero sí van cayendo, y lo hacen desde el inicio de la carrera espacial. La peculiaridad de este caso es que se trata de un satélite muy grande, de casi 6 toneladas, por lo que hay más probabilidades de que algunos fragmentos impacten en tierra, pero la probabilidad sigue siendo muy baja", explica.
En su opinión, todo el revuelo mediático que se ha formado en torno al satélite se debe a que vivimos "tiempos exagerados". "Recordemos que gran parte de la superficie es océano y que somos casi 7.000 millones de personas en el planeta. Es más probable que salgas a la calle y te caiga un tiesto en la cabeza que sufrir un impacto de un fragmento del satélite UARS", ha añadido Armentia.
En concreto, teniendo en cuenta la superficie y la población del planeta, el hecho de que exista una posibilidad entre 3.200 de que un fragmento golpee a un ser humano en realidad significa que existe una posibilidad entre 21 billones de que golpee a una persona específica. "Lo que sí está cayendo constantemente y tampoco produce incidentes son restos de asteroides, materia que se quema al entrar en la atmósfera y que solemos ver como estrellas fugaces. La caída de restos de basura espacial son fenómenos algo más raros", puntualiza.
Las agencias espaciales intentan corregir la trayectoria de los restos cósmicos para evitar el impacto en tierra firme, pero a veces resulta imposible por la velocidad alcanzada y porque, cualquier mínimo cambio en la hora a la que el satélite reingresa en la atmósfera, se traduce en miles de kilómetros de diferencia en cuanto al lugar en el que impacta. De este modo, las medidas de seguridad se reducen más a la vigilancia que a las actuaciones directas.
Para el control de los desechos espaciales, "la NASA tiene un departamento de seguridad que se dedica a la observación de los satélites. Monitorizan los objetos que se consideran chatarra peligrosa. Se estima que hay algo más de 20.000 fragmentos grandes, aunque el censo no es completo. El año pasado, por ejemplo, se produjo un choque, también bastante improbable, de dos satélites, lo que generó cientos de nuevos fragmentos".
Javier Armentia explica que "el satélite UARS no es comparable a la MIR, ya que el primero está apagado y la estación espacial estuvo operativa hasta el final y contaba con sistemas que permitieron desplazarla y apuntar su caída hacia el Pacífico. Aun así, ni siquiera en esos casos se puede conseguir precisión total. En los 70 no se consiguió controlar la caída de Skylab, la primera estación espacial estadounidense, que cayó en Australia... afortunadamente sin ocasionar daños". En aquella ocasión, Australia impuso a la NASA una multa de 400 dólares por arrojar basura en territorio público.
Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos han advertido a los ciudadanos de que, en caso de tropezarse con alguna pieza cósmica, deben avisar a las autoridades. No solo por razones de seguridad, sino porque todos los restos del satélite son propiedad del Gobierno de EE UU, de manera que, insisten, "no pueden venderse a coleccionistas ni a través de la página eBay".// 20minutos.es
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