En el sur de Italia, a la sombra del Vesubio, Nápoles muestra con orgullo su alma griega, romana y también española. La capital de Campania deslumbra por su barroquismo religioso y por la vitalidad de sus habitantes. Estamos en la Italia ruidosa, alegre y viva, muy viva.
Sorprende tanto su vieja ciudad, enterrada en muchos lugares, como la más nueva y sus alrededores con tres puntos de atracción incuestionables: las islas más cercanas -Procida, Ischia y Capri-, los restos arqueológicos de Pompeya y Herculano, y la bellísima Costa Amalfitana con pueblos encantadores encabezados por Amalfi y Positano.
El Nápoles barroco
Si se decide empezar por el centro histórico, lo más aconsejable es iniciar el recorrido por la piazza del Gesú Nuovo. De este excelente ejemplo del Barroco italiano parte la vía Spaccanapoli. Se trata de una antigua calle grecorromana en línea recta de dos kilómetros de longitud, con un laberinto de callejuelas a sus lados, que divide a la ciudad en dos y conduce a algunos de los monumentos más importantes de Nápoles.
El más próximo es el monasterio de Santa Chiara. El templo guarda en su interior los monumentos funerarios de la familia real angevina y una capilla dedicada a los Borbones descendientes de Carlos III, el "rey-alcalde madrileño", aunque lo más visitado es su claustro de las Clarisas.
Casi escondida en una callejuela lateral, sorprende la espectacular capilla de Sansevero. Bajando unas escaleras, vale la pena asombrarse con las "máquinas anatómicas" del príncipe Sansevero. Los esqueletos auténticos de un hombre y una mujer se exponen aquí, con los sistemas sanguíneo y nervioso misteriosamente conservados, como si se tratara de un auténtico estudio anatómico.
La ciudad romana subterránea
Finalmente, en la piazza San Gaetano hay dos históricas iglesias, dedicadas a San Paolo Maggiore (s. VII-X) y a San Lorenzo Maggiore (s. XII). En los bajos de la iglesia, se puede visitar la antigua ciudad romana en el siglo IV, con más de 700 cuevas esparcidas en todas las direcciones y que puede ser visitado parcialmente con itinerarios guiados.
Lo que es hoy su centro, el área delimitada por el Castel Nuevo y el Museo Arqueológico Nacional, la auténtica pinacoteca de Pompeya y Herculano, muestra espacios y monumentos muy interesantes. Un buen ejemplo es el Palacio Real, situado en la piazza del Plebiscito enfrente de las dos estatuas ecuestres que homenajean a Carlos de Borbón y Fernando I.
El Nápoles español y el Mar Tirreno
Junto al palacio se encuentra la vía Toledo, lo que sería por sus tiendas y comercios la "Gran Vía napolitana", y los Barrios Españoles ("Quartieri Spagnoli"), un lugar fascinante surgido hacia 1530 cuando se inició la dominación española, que merece la pena explorar por su entramado de estrechas calles.
Muy cerca, la Galería Humberto I, construida a finales del siglo XIX, es un buen ejemplo del Nápoles más contemporáneo. Una espectacular estructura de hierro y cristal con cuatro brazos de soporte presidida por una gran cúpula en su centro.
Por último, la Nápoles más próxima al mar, la que nos acerca a través de su paseo marítimo a la Colina de Posillipo, depara unas fantásticas vistas del golfo, el Vesubio y las islas. Aconsejable es la subida a la antigua Pausilypon para admirar el Palacio Donn'Anna, que parece caer al Tirreno, y las villas sumergidas en verde que lo rodean. Los amantes de la literatura clásica tienen aquí una cita ineludible: la cueva de Virgilio, su propia tumba y un busto del autor de "La Eneida".// 20minutos.es
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