Filadelfia, 4 de julio de 1776. Cinco delegados al Congreso Continental, entre ellos John Adams y Benjamín Franklin, fueron los encargados de redactar la Declaración de Independencia sobre un borrador preparado por Thomas Jefferson, de Virginia.
“El Congreso no se limitó a aprobar una resolución declarativa, sino que elaboró un documento en el que expone las razones que nos llevaron a la independencia. Su propósito ha sido informar a todos dentro y fuera del país acerca de los motivos de la separación y los objetivos que pretende alcanzar”, dijo uno de los congresistas.
“Las causas inmediatas de la revolución son los impuestos que nos agobian, las restricciones al comercio y los cambios en el gobierno”, agregó.
La Declaración apela a “las leyes de la Naturaleza y el Dios de la Naturaleza” y formula una teoría revolucionaria del gobierno basada en la idea de un pacto o contrato entre los gobernantes y el pueblo.
Afirma que todos los hombres son creados iguales, que cada persona está dotada de ciertos derechos inalienables entre los cuales figuran: “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.
Los gobiernos, basados en el consentimiento de los gobernados, se establecen para asegurar esos derechos del hombre, si el gobierno no cumple con el fin de proteger los derechos humanos, es injusto y debe ser sustituido.
Para el pueblo no sólo es un derecho el poder cambiarlo, sino también un deber en beneficio de la mayoría.
De esta manera, las colonias justifican la disolución de los vínculos políticos que la unían a Gran Bretaña y su conversión en Estados libres e independientes.
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