Levantarse un lunes a las siete de la mañana es más duro si llegar al trabajo supone una falta de inspiración digna de no levantar cabeza en lo que queda de día, que es todo.
Uno está cansado de escuchar las mismas trabas a los trabajos que se realizan. Las "Mi jefe es un desgraciado" y "Estoy harto de tanto ‘haz esto y haz lo otro" son las que se llevan el premio a la queja más repetida por personas en metros cuadrados.
Los verdaderos motivos por los que unas inocentes vigas de hormigón se atan a los tobillos todas las mañanas cuando hay que salir de la cama son los siguientes:
1. ¿Dónde ha quedado la magnífica idea de poder darse paseos por la oficina? Todo se reduce a un habitáculo sin más vistas que una mesa, un ordenador lleno de cosas que no interesan y una silla. El único movimiento que se permite es el balanceo de ésta y todo termina aburriendo. Un trabajo se odia porque no permiten paseos.
2. Tampoco dejan cantar. Todo el mundo sabe que se rendiría más si mientras se calcula un balance o se escucha al jefe en un reunión (durante dos horas) existiera la posibilidad de canturrear la canción que sonaba en los cascos por la mañana.
3. ¿Y la comida? Asignan mesa, ordenador, teléfono y silla, pero ni rastro de una nevera al lado derecho de cada uno para ir cogiendo suministros cada vez que visita el aburrimiento. Siempre.
4. En pleno siglo XXI y todavía no hay una ley que permita desterrar al chulo de la oficina. Así es imposible hablar de evolución.
5. Ya ni dibujar se puede. Si estudiar mientras se hacían dibujos en cada margen del folio daba resultado, también puede darlo mientras se realizan informes. Que no es pedir la Luna.
6. Nueva tendencia: el pijama. Si algunos son capaces de entrar victoriosos en la oficina con un traje brillante, ¿por qué no llevar pijama? Todo son ventajas y los jefes estarían contentos porque nadie llegaría tarde a su puesto de trabajo.
7. ¿Por qué hay jefes? La vida está llena de incongruencias y está podría ser una de ellas. Y nadie la discutiría.
8. Descansos (para cotilleos). Está resultando ya demasiado cargante y agotador tener que hacer señas al compañero de enfrente para que pille que tiene que saber "una cosa muy fuerte" y "a la salida te cuento". Mejor establecer legalmente unos horarios para cotillear tranquilamente.
9. Si hay que hacer el esfuerzo de desplazarse hasta el sitio, al menos que uno se pueda marchar cuando quiera. Es agotador hacer que se trabaja hasta la hora de salida.
10. Hacer oficinas más grandes. Son tan pequeñas que el despacho del jefe roza los pies. Oficinas grandes con 10 pisos coronados por el despacho es la clave para poder estar a gusto.// Esquire (ES)
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