Por todos es sabido que la lengua española es de una riqueza
indiscutible. La multitud de expresiones populares que existen en nuestro idioma
representan una muestra extraordinaria de la riqueza de nuestra
lengua. 'Estar en Babia', 'verse el plumero', 'ponerse las botas'...
forman parte del repertorio de expresiones, frases hechas, dichos y refranes que
utilizamos de forma habitual en nuestro lenguaje cotidiano. Aunque la mayoría de
los españoles recurrimos a diario a este tipo de expresiones, su origen es
desconocido para muchos. En estas líneas, te contamos de dónde surgen estas
expresiones.
'Armarse la Marimonera'
Esta expresión, a la que recurrimos cuando contamos por ejemplo
una trifulca y decimos que 'se armó la Marimonera', no tiene nada que ver con el
famoso villancico. Su origen se remonta al siglo XVI y concretamente al
Madrid de los Austrias.
El libro 'El porqué de los dichos' explica que en esa épica
había en Madrid una taberna regentada por el matrimonio formado por Alonso de
Zayas y María Morena, más conocida como Mari Morena o Mari La
Morena. Este local saltó a la fama a raíz de un proceso judicial que se
abrió en 1579 por una pelea que se produjo en la taberna después de que sus
propietarios se negaran a servir su mejor vino a un grupo de soldados. Esta
negativa fue el origen de una espectacular trifulca en la que supuestamente Mari
Morena fue la que 'repartió más leña'.
'Estar en Babia'
Esta expresión, que se aplica a aquellas personas que
se encuentran absortas en sus pensamientos y distraídas, tiene como
protagonista a esta bella localidad leonesa. Al parecer, su origen está
relacionado con la realeza. Y es que unos reyes de León acostumbraban a
descansar en este municipio, donde se acercaban para practicar la caza, la pesca
y escapar de las intrigas de la Corte.
Según
algunos estudios, cuando los monarcas regresaban a palacio y no querían ser
molestados, sus sirvientes tenían orden de poner como excusa que los reyes
estaban ausentes porque "estaban en Babia".
'Verse el plumero'
Cuando descubrimos las intenciones ocultas de alguien, se suele
recurrir a esta expresión, cuyo origen está estrechamente relacionado con la
política y concretamente con los liberales de principios del siglo XIX. Tras
sellarse en 1812 la Constitución de Cádiz, conocida popularmente como La
Pepa, se constituyó la Milicia Nacional, cuyos miembros defendían ideas
progresistas y que vestían un gorro con un penacho de plumas que les hacía
visibles desde la lejanía.
En referencia a las características de esta prenda, la prensa
del siglo XIX comenzó a utilizar la expresión 'verse el plumero', una expresión
que fue derivando hasta tomar el significado actual.
A buenas horas mangas verdes
Recurrimos a esta expresión cuando la solución a un problema
llega tarde porque ya está resuelto. En este caso, su origen se remonta también
a varios siglos atrás. Concretamente entre los siglos XV y XIX,
cuando en España existió un cuerpo de policía cuya vestimenta se
componía de un chaleco de cuero que dejaba ver una camisa de color verde. Este
motivo provocó que fueran conocidos como los 'mangas verdes'.
Al parecer, la efectividad de este cuerpo de policía no
era siempre la mejor, pues era muy frecuente que llegaran tarde a los
sitios en los que eran requeridos. Es por ello que comenzó a decírseles la frase
"a buenas horas, mangas verdes" cuando hacían aparición y la situación ya se
había solucionado.
'No dar un palo al agua'
Cuando alguien es muy vago se suele decir de él que 'no da un
palo al agua', una expresión con reminiscencias marineras. Y es
que inicialmente se aplicaba a aquellos que en una embarcación no colaboraban
remando con el resto de marineros para hacer avanzar una barca. Desde entonces,
esta expresión fue ganando popularidad hasta aplicarse hoy en día a cualquier
persona con poco gusto por el trabajo.
'Ponerse las botas'
Cuando alguien saca mucho provecho de algo o disfruta mucho de
un placer en concreto, especialmente en términos gastronómicos, solemos decir
que se 'pone las botas'. ¿Pero cuál es la relación entra unas botas y el
enriquecimiento? El origen de esta expresión lo explica José María
Iribarren en su libro 'El porqué de los dichos', donde cuenta que las
botas eran un distintivo de caballero que atesoraba riquezas, ya que los pobres
utilizaban zapatos.
'A la ocasión la pintan calva'
También en este caso José María Iribarren se refiere a esta
frase hecha tan popular, cuyo origen procede de una antigua diosa romana llamada
Ocasión y que era representada como una hermosa mujer colocada sobre una rueda y
con alas en la espalda o los pies. Con este simbolismo se pretendía
reflejar que las oportunidades pasan de forma rápida.
Además, esta diosa Ocasión tenía una característica muy
particular en su cabeza. Y es que mientras en la parte frontal tenía abundante
pelo, en la zona posterior era calva. De esta forma se simbolizaba la
imposibilidad de coger por los pelos a las oportunidades una vez han pasado de
largo y lo sencillo que resulta, en cambio, sí se abordan de cara las ocasiones.
'Irse por los cerros de Úbeda'
Esta expresión, que se aplica a una persona que se aparta del
asunto que trata cuando habla y se dispersa, se remonta al siglo XIII y,
concretamente, al año 1233, en plena Reconquista. Así lo cuenta la propia página
de turismo de Úbeda y Baeza, que explica que el rey castellano Fernando
III 'el Santo' mandó a uno de sus lugartenientes a vigilar unos cerros
cercanos a esta localidad de Jaén.
Al llegar allí, este militar se encontró a una bella mujer mora
de la que quedó prendado, por lo que no finalizó la misión que el rey le había
encomendado. Al ser preguntado por el monarca sobre lo acontecido, Fernando III
le respondió que se había extraviado por los cerros de Úbeda.
'Quien se fue a Sevilla perdió su silla'
Usamos esta frase hecha cuando alguien pierde algo o algún
privilegio tras haberlo abandonado durante un periodo relativamente corto. Según
el Instituto Cervantes, esta expresión se remonta al siglo XV, durante el
reinado de Enrique IV (1454-1474). En esa época se concedió el
Arzobispado de Santiago de Compostela a un sobrino del entonces arzobispo de
Sevilla, Alonso de Fonseca. Sin embargo, en aquellos años la ciudad
gallega andaba "un poco revuelta", por lo que el primero pidió a Fonseca que
fuera a Santiago para apaciguar la situación mientras él se quedaba en Sevilla.
Tras conseguir calmar los ánimos y regresar de Santiago a
Sevilla, Alonso de Fonseca se encontró con que su sobrino no quería abandonar el
arzobispado de la capital hispalense que había ocupado temporalmente. Alonso de
Fonseca tuvo incluso que recurrir al Papa, al rey y a matar a algunos
partidarios de su sobrino para recuperar 'su silla'.
'Dejar en la estacada'
Esta expresión se refiere a abandonar a alguien o dejarle
plantado. La Fundación de la Lengua Española explica que una
'estacada' era un "palenque o liza, formado ordinariamente con estacas, en que
se celebraban los desafíos, torneos y justas".
De este elemento surge una expresión que se refiere de forma
figurativa a alguien que abandona a otro ante un grave riesgo o un asunto
peligroso.// La opinión de Murcia
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