Entre las colinas y los cañones se esconden las ruinas de las civilizaciones que han dejado su impronta en este territorio sagrado. Como oasis de sal y de coral aparecen entre los páramos dos mares, uno Muerto y otro Rojo, que dibujan la frontera en uno de esos lugares donde más importa. Y en el desierto, un laberinto colorado de arena y de roca en donde “no puedes recordar ni tu nombre”, decía la banda Eagles.
El valle del río Jordán es un tajo en el corazón de Oriente Medio que surca Jordania de norte a sur descubriendo un carrusel de paisajes desde fértiles pastizales y bosques de robles hasta montañas nevadas y parajes volcánicos torturados por el sol.
En los wadis, o cauces de los ríos, campan los beduinos como lo hacían los nabateos, y nos guían a través de esta cultura e historia milenarias hasta tesoros arqueológicos como Petra y naturales como Wadi Rum. Un museo al aire libre solo apto para aventureros. Hablamos de la odisea del Jordan Trail.
Un sendero milenario
Desde Umm Qais hasta Aqaba, paso a paso y wadi a wadi, el Jordan Trail avanza como un trekking monumental de 650 km en paralelo al río Jordán. Durante miles de años, antiguos caminos y rutas comerciales han atravesado este corredor de moabitas, edomitas y amonitas, expandido a través de Asia por los nabateos y codiciado por el Imperio Romano.
En 2015, la Jordan Trail Association empezó a desarrollar este recorrido reservado a los caminantes experimentados que no teman enfrentarse a 40 días de sendas por ocho regiones diferentes y los principales hitos históricos del país. Además, en cada una de estas ocho etapas, el viajero descubrirá 52 pueblos y ciudades para saborear la cultura y gastronomía local.
Esta ruta es una de las razones por las que el turismo español ha aumentado un 58% en 2018 en el país, alcanzando los 23.000 visitantes, según informa Turismo de Jordania.
Ruinas y ‘wadis’
Vayamos por partes. En Umm Qais (6.000 habitantes), en la parte más al norte y más verde del país, empezaremos nuestra odisea, siempre rumbo austral, por las colinas y cañones que conservan vestigios arquitectónicos romanos como Pella, bizantinos como el monasterio de Tell Mar Elías, o medievales como el castillo de Ajloun (siglo XII). Hasta la ciudad de Salt, el sendero atraviesa valles agrícolas que desembocan en la presa de King Talal.
En el valle del Jordán el paisaje se vuelve más árido y el calor más sofocante en la meseta del mar Muerto hasta terminar la etapa en la fortaleza de Maqueronte (90 a. C).
La región de los tres wadis (Wala, Hidan y Mujib) se despliega como un juego de cañones y acantilados que nos guían entre el cerro y el abismo de hasta 800 metros que habrá que surcar para llegar al castillo cruzado de Karak (siglo XII).
Desde esta fortaleza, el viajero deberá prepararse para bordear los precipicios de caliza de Tor Al-Taboun, las aldeas al este de Tafila y las ruinas edomitas hasta la Reserva Natural de Dana (308 km2). Hasta aquí llevamos 386 kilómetros y 20 días.
Desiertos y mares rojos
Con una sinfonía de formas y cromatismos avanzamos hacia ese laberinto de montañas y valles de arenisca, parajes volcánicos y el desierto de Wadi Araba hasta Petra en una marcha de 72 kilómetros y cuatro días.
Descubrir la obra maestra de los nabateos desde su puerta trasera significa recorrer cada uno de sus recovecos a contracorriente turística hasta el icónico Tesoro de Petra. Otro regalo del Trail.
Ahora la ruta se adentra de lleno en un océano de arena rojiza donde emergen como icebergs de 300 metros de altura montañas aisladas de granito y arenisca, como la de los Siete Pilares de la Sabiduría con formas caprichosas como el puente de Burdah.
En el valle de la Luna, situado a 1.600 metros de altitud y declarado Patrimonio de la Humanidad (2011), las rutas de senderismo como la de Siq el Barrah y de escalada por Jebal Khazali son tan impresionantes como una noche estrellada en un campamento beduino.
La última etapa (112 km) discurre por senderos de pastores desde Wadi Rum al mar Rojo y golfo de Aqaba. Más allá de estas aguas transparentes donde abunda el coral y el buceo se avistan las montañas del Sinaí, también sagradas, como casi todo aquí.
No es de extrañar que a esta ruta épica la llamen el Camino de Santiago de Jordania.// Cinco Días
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