Durante la adolescencia, fueron los libros que no elegiste leer. La profesora de Lengua estaba empeñada en ellos. Aparecían en la lista de la compra expedida a mediados de septiembre. No te gustaron. Lo forzado nunca lo hace. Ahora te van a encantar.
Son los libros de lectura obligatoria en el colegio. Aparecían en la lista de la compra expedida a mediados de septiembre. Sus nombres se añadían discretos junto a los de texto. En ocasiones, las novelas clásicas de la literatura española se colaban en los apuntes del verano. El colegio se deshacía de la obligación y solo recomendaba sus lecturas. En clase, fragmentos y sinopsis. El inicio de Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, se analizaba y algunos pasajes de La Celestina, de Fernando de Rojas, se leían en voz alta. El aula pretendía sembrar solo la curiosidad.
En las clases de Literatura universal, asignatura implantada en bachillerato hace algo más de diez años para la opción de Letras, la biblioteca se internacionalizaba. J. D. Salinger sacaba a pasear a su Holden Caulfield y Romeo y Julieta, la pieza de teatro inspirada en, entre otras historias populares, leyendas italianas de William Shakespeare se ponían en fila en el currículum escolar. El ruso Fiódor Dostoyevski y el alemán Johann Wolfgang von Goethe hacen también su aparición.
La mayoría de estas ediciones pertenecen a Austral. La editorial, propiedad del grupo Planeta, actualizan y embellecen las portadas de los clásicos de la literatura española. Y aquello de no juzgues a un libro por su portada solo sirve como frase de Tuenti. Una cubierta atractiva, bien diseñada, es un escaparate. La comida saludable sabe mejor desde hace un lustro porque la estética de Instagram la ha hecho bonita. La cubierta de un libro predispone. Además, como sucede con las ediciones de Alianza, las páginas de Austral son ligeras. Las tapas son blandas y agradables. No pesan en el bolso. No te van a contracturar el hombro.
En la lista de lecturas grapada en el currículum escolar, los nombres de hombres rebosaban. Esta recopilación lo refleja. Desde el siglo de Oro al XX, los títulos de autores masculinos sobrepasaban a los de las mujeres. Las plumas y las firmas eran de ellos. Apenas Santa Teresa de Jesús, Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán o Carmen Laforet cruzaban las páginas de los libros de texto. Faltaban Carmen Martín Gaite, con El cuarto de atrás, Josefina Aldecoa, con Porque éramos jóvenes, Mercé Rodoreda, con La plaza del diamante, o Rosa Chacel, con Barrio de las Maravillas. En Cervantes Virtual, las ausencias se resarcen. La obra de gran parte de las escritoras más destacadas de la literatura española se pone a disposición del público. Para aquellas que firmaron sus novelas en el siglo XX, deberás acudir a la librería.
El sí de las niñas, de Leandro Fernández de Moratín
Francisca tiene un amor. Y un compromiso. No son lo mismo. Su madre, doña Irene, quiere que se case con don Diego. Ella está enamorada de don Carlos. La diferencia de edad con él no es tanta. Con el pretendiente propuesto por su madre la brecha es de 43 años. Rita, la criada, la ayudará a salirse con la suya en esta comedia de tres actos.
La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca
El luto de ocho años de Bernarda Alba, viuda por segunda vez, encierra a sus cinco hijas y dos criadas en el interior de una casa. De una de la España más profunda. En tres actos, el realismo poético de Lorca retrata el odio, las habladurías y el celo religioso.
El jugador, de Fiódor Dostoyevski
Las deudas rodean a Alekséi. Jugar a la ruleta no le está saliendo como esperaba. Él solo quería gustar a la hijastra del general para el que trabaja.
El camino, de Miguel Delibes
Daniel, el Mochuelo, tiene que estudiar. Su padre se lo ordena. Es la única manera que tendrá de prosperar. La vida en su pueblo de la posguerra castellana, repleto de mujeres que cuchichean, y entretenimientos estériles no le va a llevar a ninguna parte. La ternura y el realismo confeccionan la tercera novela de Delibes.
Fuente Ovejuna, de Lope de Vega
El alcalde es un tirano. Manda a los jóvenes a guerras perdidas y abusa de las mujeres. El pueblo entero decide, tras una de sus últimas fechorías, asaltar su palacio. Lo harán todos a una.
Decamerón, de Giovani Boccaccio
Un centenar de cuentos, enmarcados en el drama y el erotismo, componen la obra maestra de Boccaccio. El escritor florentino comprimió en el transcurso de diez días el relato de cien historias. Un grupo de jóvenes ejerce de narradores. Han huido de la ciudad. Se han refugiado. en un caserón a las afueras de Florencia por culpa de la peste bubónica
El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger
Holden Caulfield es un adolescente. Uno muy adolescente. Ha sido expulsado de la escuela en la que estudia y está empecinado en creer que la gente es “falsa”. El título más famoso de Salinger acompaña al joven en su periplo (alcoholizado y con visita a una prostituta) a casa.
La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela
Está condenado a muerte. Pero hay una explicación. Aunque él nunca ha sido malo. Las circunstancias lo han transformado en lo que es. Y razones no le faltan. Su padre era un borracho y su madre permitió que su hermano pequeño muriera. Ahora Pascual Duarte, en forma epistolar, se explica.
Nada, de Carmen Laforet
Durante la posguerra, se toman decisiones duras. Andrea decide irse de casa. Se va a vivir a Barcelona. Su abuela y sus tíos la acogerán en la casa de la calle Aribau. En la novela de Laforet, la adolescencia se pierde entre amigas poco fiables y paredes cubiertas de humedad.
Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes
Las aventuras manchegas de Alonso Quijano, convencido de que es un noble caballero, cimientan el canon de la literatura española. En esta edición, Andrés Trapiello filtra el castellano de 1605 para actualizarlo. El sentido de la lógica de Sancho Panza suenan a siglo XXI.// Marie Claire
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