A veces creemos que todo está bien y que la salud mental no importa, pero la terapia puede ayudarte a llevar una vida mucho más sana.
Vamos directo, pues.
Porque cuidar tu salud mental es cuidar tu salud física
Cuando pensamos en los dolores de la psique, solemos conceptualizarla como una entidad abstracta que existe en un plano distinto al cuerpo, sin ninguna convergencia. Nada más lejos de la realidad.
Las afecciones a la mente pueden enfermar al cuerpo de distintas maneras, porque no existe una sin el otro.
Como dice el neuropsiquiatra Jesús Ramírez Bermúdez en su libro Depresión: La noche más oscura: “Al igual que otros trastornos mentales, la depresión mayor por sí misma significa un grave riesgo para la salud física: el descuido provocado por la depresión, los problemas de sueño y alimentación, aumentan el riesgo de muchas condiciones de salud física, como algunos problemas cardiovasculares o neurodegenerativos, o empeoran el pronóstico de enfermedades como el cáncer, la diabetes mellitus o las infecciones crónicas”.
Porque nuestra educación emocional no siempre es la mejor, pero podemos reeducarnos
¿Cuántas veces no nos hemos encontrado en una situación dolorosa en la que, cuando nos preguntamos por qué actuamos como actuamos, sólo podemos responder “pues es que así soy / así me educaron / así es como me dijeron que tenía que ser”?
Un componente de muchas terapias es algo conocido como psicoeducación, que refiere a la posibilidad de reeducarnos para adquirir conceptos/habilidades/vocabulario emocional/estrategias de comportamiento, etc, que nos permitan navegar mejor el día a día.
Porque a veces necesitamos ayuda para procesar la pérdida
No siempre podemos soltar los vínculos que nos dieron sentido e identidad.
Aferrarse a lo perdido (un familiar, una pareja, un hogar, una mascota, una amistad, un trabajo, etc) puede provocar un estancamiento emocional que, más veces que no, derivará en incapacidad de disfrutar la vida.
Los duelos no tienen por qué ser para siempre, ni las culpas tienen por qué ser una mochila de piedras que llevemos a todos lados.
Soltar no es fácil. Pero se puede aprender a hacer.
Porque es una forma de cuidar a la gente junto a ti
Hay una broma que dice: “voy a terapia para aprender a lidiar con la gente que no va a terapia”.
No es que todas las personas tengan que ir o que quienes no vayan sean una carga, obvio. Pero la broma esconde una experiencia común: usualmente, después de que una persona va a terapia, comienza a cambiar su forma de relacionarse, pues se entiende mejor a sí misma, y cuando reconoce que muchas de las cuestiones que afectan a las personas a su alrededor podrían trabajarse en ese espacio, es tan solo natural que surja el deseo de compartirlo.
En resumen: una de las mejores maneras de cuidar a la gente a tu alrededor es cuidándote a ti.
Porque es un espacio único y una relación única
La relación terapéutica no se parece a ninguna otra relación. Cuando se hace bien, es un espacio excepcional: seguro, consistente, libre de juicio, abierto para hablar sobre el tema que tú quieras, sin los riesgos que supondría hacerlo en otro lugar o con otra persona.
Estas características, de hecho, son parte esencial de lo que puede volver a la dinámica terapeuta-paciente una relación sanadora.
Porque te ayudará a entender “por qué todas las personas con las que salgo son iguales”
También: por qué te enamoras de las personas de las que te enamoras y terminas tus relaciones de las formas en que las terminas.
En general, la psicoterapia puede ayudarte a comprender cómo se originaron los patrones de comportamiento que tienes, de qué han servido y cómo modificarlos.
Comprender esto no sólo puede reducir el riesgo de que nos quedemos en relaciones violentas (no sólo románticas, por cierto) sino, además, puede aumentar las probabilidades de que generemos relaciones más amorosas y sanas.
Porque sanar no siempre es una cuestión de “vibrar alto”
Por mucho que queramos creer eso o que se nos prometa desde las múltiples expresiones del “echaleganismo”, no siempre es así.
De hecho, uno de los varios criterios para determinar un trastorno mental es la poca utilidad que tiene la “voluntad” respecto al cambio inmediato: uno quiere dejar de sentirse deprimido, dejar de tener ataques de pánico, dejar de sentir cierta culpa, dejar de extrañar a cierta persona, etc; pero simplemente no puede.
Y claro, ese cambio la mayoría de las veces es posible, pero se necesita diálogo, educación, trabajo introspectivo, desarrollo de estrategias de regulación de ánimo, estrategias para modificar la conducta, reforzamientos específicos, medicamentos (en algunas ocasiones), entre otras cosas. Ahí es donde entra la terapia.
Porque, en ocasiones, confundimos síntomas de trastornos mentales con comportamientos “normales”
No tendrías por qué llorar todo el día. No tendrías por qué tener ataques de pánico inexplicables. No tendrías por qué pasar noches sin dormir o ser incapaz de despertarte. No tendrías por qué perder trabajos o fallar en la escuela por dificultad para concentrarte o motivarte. No tendrías por qué entrar en periodos de impulsividad o manía incontrolables.
En suma: no tendríamos por qué dejar pasar signos y síntomas que podrían derivar de un trastorno mental tratable por creer que “es normal y se me va a pasar”.
Muchas veces no es así y la espera solo aumenta las probabilidades de que se complique su manejo. Como todo en la salud, la prevención y la detección temprana son clave.
Porque existen muchas opciones
Existen diversos enfoques terapéuticos que han desarrollado estrategias específicas para varias situaciones.
Del mismo modo, también existen varias opciones farmacológicas de distintos precios para poder tratar, desde la psiquiatría, varios trastornos mentales.
¿Cuál es el mejor para ti? Como todo, se trata de investigar y de probar.
Finalmente, porque la terapia es un recurso que hoy tenemos para cuidar nuestra salud mental. Y mereces sentir bienestar. Mereces estar bien.// Animal Político
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