Nuevas tendencias están alterando la vida cotidiana y las costumbres a gran velocidad. Entérate de las oportunidades y los riesgos de estos cambios. Mira la lista completa.
1. El individualismo
“Antes la tradición, la Iglesia, el Estado o la familia dictaban las ofertas de futuro personal. Hoy cada uno tiene derecho a elegir quién quiere ser. La paradoja es que se ve obligado a ello, lo que genera miedos”, dice en diálogo con Infobae América la doctora en psicología Pilar Medina Bravo, profesora de comunicación de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, España.
Probablemente sea el cambio más importante, porque influye sobre todos los demás y todavía no sabemos hasta dónde llegará. Lo que está claro es que la sociedad deja de imponerse sobre los individuos, a los que se les reconocen cada vez más libertades.
2. El rechazo a la religión
La función principal de la religión era darle un sentido a la vida, decirle a las personas qué estaba bien y qué mal. Si ahora eso los individuos lo tienen que resolver por su cuenta, ¿qué lugar le queda a las instituciones religiosas?
“Ahora cada uno es responsable de trabajar para construir el sentido de su vida. Es fácil prever que surjan un montón de soledades, de inseguridades, de búsquedas, de mixturas de creencias y de prácticas. Se puede vestir hippie, escuchar hip-hop, creer en Dios y tener la cabeza rapada, por dar un ejemplo caricaturesco”, afirma el sociólogo Alexis Sossa Rojas, de la Universidad Arturo Prat de Iquique, Chile.
3. El estrés
“El sistema económico favorece que los individuos depositen su interés de vida en el éxito profesional. Como puedes optar, tienes la responsabilidad de asumir lo que hayas elegido y también el posible fracaso. Y ahí navegarás solo”, cuenta Medina Bravo.
Que cada uno pueda elegir a qué dedicarse puede evitar las frustraciones de los que no pudieron ser lo que deseaban porque sus padres le impusieron lo que tenían que ser. Pero como el éxito profesional nunca es permanente, la presión por retenerlo puede ser devastadora.
4. Las redes sociales y las nuevas formas de comunicación
“Las tecnologías seducen y a veces nos dejamos arrastrar por ellas. Son útiles. Por ejemplo, puedes hacer un vínculo a partir de un contacto de Facebook, o puedes mantenerlo si se fue a otra parte del mundo, pero un contacto no es un vínculo”, dice Medina Bravo.
Por confundir amigos virtuales con amigos reales, muchas personas creyeron que podían compartir intimidades con personas que no conocían demasiado. Al ver las consecuencias negativas de eso, algunos empiezan a tomar precauciones para evitarse malos momentos.
Por otro lado está el exceso de información, que se actualiza y se renueva sin parar, en algunos casos saturando a las personas.
“Estamos obesos de consumo e hiperinformados, pero anoréxicos de crítica. No podemos parar a reflexionar sobre lo que hacemos por el exceso de información”, dice a Infobae América el filósofo Carlos Fajardo Fajardo, de la Universidad del Cauca, Colombia.
5. Lo privado hecho público
“Hay mucha seducción por la exhibición de la intimidad. Es como un Gran Hermano brutal. Parece que ya no se puede hablar de recato o pudor, porque se lo considera como algo excesivamente tradicionalista”, asegura la especialista en comunicación.
Pero como son nuevas formas de relacionarse, Medina Bravo considera que lo que hoy parece fuera de control se irá regulando con el tiempo. “No va a seguir siendo así porque hay gente que ya se está empezando a asustar un poco”.
6. La televisión y la homogeneización cultural
La novedad de la televisión de fines del siglo pasado es que consiguió generar gustos similares en distintos sectores sociales. Así, personas de todos los estratos miran los mismos programas, escuchan la misma música y consumen productos del mismo tipo.
“Los medios generan un despotismo de consumo en el que no tenemos ni siquiera capacidad de resistir, sino que lo aceptamos deliciosamente”, explica Fajardo Fajardo.
7. El cuidado del cuerpo
Muchas personas entienden que llevar una vida sana es una forma de espiritualidad o de compromiso social. Son ejemplos el vegetarianismo y el veganismo. Pero otra cara del fenómeno es la obsesión por la estética, por estar delgados, como se ve en dos enfermedades muy contemporáneas: la bulimia y la anorexia.
“Hay una cultura de maquillajes y pasarela. El rescate del cuidado del cuerpo es una forma de no naufragar ante la ausencia de estabilidad. No pienses por ti mismo, sino en ti mismo. Pero eso se ha vuelto simulacro. Nos hemos vuelto empresarios de la apariencia: nuestro cuerpo es vendible, usable y reemplazable. Es un cuerpo para exhibir”, sostiene Fajardo Fajardo.
8. La juventud eterna
“Hay una exaltación de la juventud. Vivimos la tiranía de pasar la mayor parte de la vida envejeciendo, pero queriendo ser jóvenes. La sabiduría ya no vende, y si no eres joven al menos tienes que parecerlo. Pero esta preocupación también es posible por la tecnología. Si no existiera el lifting y otras técnicas de rejuvenecimiento, nadie pensaría en hacer algo parecido”, explicó Medina Bravo.
Lo mismo cree Sossa Rojas. “Existe un mercado que promueve discursos de juventud, belleza, delgadez, como sinónimos de éxito sexual, social, incluso familiar. Por ello, se da la tendencia que nadie quiere envejecer, tener grasa, y también, que existan grandes angustias personales si no se consigue calzar con estas ideas”.
9. La conciencia ambiental
A otra de las cosas que los ciudadanos de todo el mundo tuvieron que acostumbrarse es al temor a sufrir una catástrofe natural. Esto tiene mucho que ver con la difusión del daño que el hombre le provoca al planeta. Por eso cada vez más personas, individualmente, hacen pequeñas cosas en defensa del medio ambiente.
“El individualismo -dice Sossa Rojas- es también un proceso moral, por ello, el principio es que más allá de pertenecer a un grupo, yo valgo porque soy persona, y por ello puedo participar de grupos ecologistas, o a nivel individual cooperar con el ambiente. Por ejemplo, reciclando”.
10. La inseguridad
“Hay personas que sienten que no pueden aferrarse a nada. Que nadie los va a salvar y que no hay compromisos de los de arriba hacia los de abajo. Y eso crea un sentimiento fuerte de indefensión”, explica Medina Bravo.
Esto aparece como una consecuencia de todos los cambios que se vienen produciendo, que hacen tambalear a muchas de nuestras anteriores certezas. Pero son procesos contradictorios.
“No adoptaría una postura pesimista, de suponer que el pasado fue mejor. Es cierto que la tradición daba seguridad, pero a costa de reducir la libertad de elección”, concluye Medina Bravo.// Estrategia y negocios
Publicar un comentario
Todo comentario se agradece, además es no permite seguir trabajando.