Entre los rascacielos, los puentes de formas extrañas y hasta los perros robots de los parques, Singapur parece vivir un siglo adelantado
Hace poco más de 200 años Singapur era un puerto comercial de relativa importancia en el Sudeste Asiático. Pero la llegada de los británicos lo transformaron en un enclave económico vital en la región, y tras la Segunda Guerra inició un despegue urbanístico que potencia a esta ciudad-estado como una metrópolis del futuro.
Así se ve en sus rascacielos de vidrio y acero, en sus árboles artificiales que parecen de la película Avatar, en un puente que rinde homenaje al ADN, en el aeropuerto más fotografiado del mundo y hasta en la presencia de perros-robots que vigilan que se mantenga la distancia social en calles y parques.
La piscina infinita en las tres torres
Una de las postales más reconocidas de Singapur es el complejo Marina Bay Sands. Diseñado por Moshe Safdie, cuando abrió en 2011 el planeta contempló la estructura de tres rascacielos de 55 pisos unidos por una piscina infinita, la más grande del mundo.
Esta atracción se encuentra a 200 metros de altura, y que pretende simbolizar un lago en la cima de una montaña. Su sofisticado bar permite tomar una copa con vistas de 360 grados de la ciudad y la bahía que la rodea.
El complejo alberga un hotel de lujo en sus últimos niveles, así como oficinas, el centro comercial The Shoppes, con una abundante colección de marcas de lujo, y el interesante Museo de Arte y Ciencia.
Homenaje al ADN
Desde el Marina Bay Sands, para cruzar al paseo de la bahía, hay que atravesar uno de los puentes más originales del mundo: el Helix Bridge.
Esta estructura de 280 metros de largo está cruzada por 2,25 kilómetros de tubos de acero que se entrelazan para formar una estructura que recuerda a la doble hélice del ADN humano.
Para darle un toque más fiel al homenaje genético a lo largo del paseo se ven, iluminadas en color rojo, las letras C, G, A y T, que representan a las cuatro bases del ADN.
Ya anticipando que sería un reclamo turístico, los diseñadores de Cox Group, Arup Pte y Architects 61 lo construyeron de manera que pueda soportar el peso de 16.000 personas a la vez.
El puente con forma de serpiente
Hay otro puente de Singapur que también llama la atención de visitantes y amantes de la arquitectura.
Se trata del Henderson Waves, que como indica su nombre, imita el movimiento ascendente y descendente de las olas del mar.
Pero a la distancia también se puede ver como el esqueleto de una serpiente, con sus elevaciones que llegan a los 36 metros de altura.
Diseñado por el estudio RSP Architects, está sostenido por arcos de acero revestido por planchas curvas de madera del tipo balau, una especie dura que solo crece en el Sudeste Asiático.
Como una base extraterrestre
Volvemos a la bahía, para descubrir el fascinante complejo de Gardens by the Bay, que parece una base espacial rodeado de árboles de algún planeta remoto.
En el parque de 101 hectáreas se levantan dos domos de vidrio, el de las Flores y el del Bosque Nuboso, considerados como los invernaderos más grandes del mundo.
El primero presenta un microclima frío y desértico como el de California y Sudáfrica, donde crecen 32.000 plantas de 160 especies. En tanto en el segundo hay una pequeña montaña artificial de 35 metros de alto cubierta de orquídeas, helechos y bromelias donde cae una catarata artificial de 30 metros.
Los extraños 18 super árboles del exterior, de 25 a 50 metros de altura, recogen agua de lluvia y generan energía solar para el complejo botánico.
Entre dos de los más altos hay un sendero aéreo de 128 metros, el OCBC Skyway, que permite tener una vista del fascinante lugar.
Y cada atardecer llega la Rapsodia del Jardín, cuando un espectáculo de luz y sonido cambia la estética futurista del lugar.
El durian
No muy lejos, también al borde de la bahía, se levanta la estructura de puercoespín del centro Theatres on the Bay.
Ubicado en el parque Esplanade, el más antiguo de Singapur, este complejo de 60.000 metros cuadrados se distribuye entre una sala de conciertos para 1.600 personas, un teatro para 2.000 espectadores, salas de estudio y un centro comercial.
Las placas de aluminio triangulares, elevadas al cielo, hacen que al complejo se lo apode ‘el durian’, por la fruta tropical de sabor tan dulce como aroma nauseabundo.
Pero su inclusión no es solo estética sino que también sirve para regular la temperatura del interior frente al calor húmedo de la ciudad.
La selva en el aeropuerto
La del Gardens by the Bay no es la única cascada artificial de Singapur: más famosa es la del centro Jewel Changi Airport. La caída de 40 metros es el punto central de este domo de 135.700 metros cuadrados dividido en 10 niveles.
Es una selva artificial con 3.000 árboles y 60.000 arbustos de la flora del Sudeste Asiático, que se pueden contemplar desde los paseos y senderos o en las mesas de los locales gastronómicos.
El lugar cuenta con sectores decorados con pétalos, senderos llenos de vegetación, laberintos, tirolesas, puentes suspendidos y sectores con niebla permanente.
El diseño fue de Moshe Safdie, el mismo estudio del Marina Bay Sands
El perro robot
Cerramos este recorrido por el presente futurista de Singapur con una novedad que trajo el coronavirus: el perro-robot que vigila las distancias sociales.
Al verlo recuerda al mortífero robot del capítulo Metalhead, de Black Mirror. Pero por supuesto que las intenciones de Spot son más amables.
Este prototipo fue creado por la compañía Boston Dynamics y se encarga de controlar que los visitantes del parque Bishan-Ang Mo Kio respeten las restricciones sanitarias.
Controlado a la distancia por un operador, Spot está equipado con una cámara y sensores que pueden detectar si dos personas están demasiado cercas.
En ese caso, se acerca y por medio de una grabación emitida desde un altavoz avisa que tienen que respetar la distancia.
Su uso se puso en marcha junto a una campaña de vigilancia con drones, que miden en tiempo real la concurrencia a parques y sitios públicos.// CERODOSBE
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