El proteccionismo recupera prestigio y la globalización se frena. Esa herencia del enloquecido mundo del coronavirus, tiene en Argentina un caso paradigmático: en apenas una semana, el país puso al borde de la ruptura al Mercosur y cerró el mercado aéreo hasta septiembre.
"Argentina es hoy el único país que ha puesto el reinicio de las operaciones aéreas para después del 1 de septiembre, no sólo en la región, sino en el mundo", se quejó Peter Cerdá, vicepresidente de las Américas en la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), en una dura carta al gobierno, que no dio una explicación pública acerca de la decisión. La llegada al poder del peronismo el 10 de diciembre pasado puso fin a la política de liberalización aerocomercial que había impulsado Mauricio Macri en sus cuatro años como presidente.
Del florecimiento de las aerolíneas low cost, el incremento de la competencia, la apertura de nuevas rutas y la meta (autoimpuesta e incumplida) de que la estatal Aerolíneas Argentinas dejaría de perder dinero, se pasó a la glorificación de Aerolíneas como "línea aérea de bandera" y a un hostigamiento sutil, pero decidido, a las aerolíneas privadas. Norwegian, que tenia sus propios problemas financieros a nivel mundial, ya dejo el país, y es incierta la situación de la argentina FlyBondi, así como de la chilena Jet Smart. Air New Zealand canceló la ruta entre Auckland y Buenos Aires y se fue de la Argentina. Entre las líneas aéreas internacionales que operan con el país, y eso incluye Iberia y Air Europa, crece la sospecha de que el gobierno intentará aprovechar la situación para fortalecer a Aerolíneas Argentinas y reducir la participación de las competidoras en el mercado.
Aunque suena lógico dentro de la concepción económica estatista del peronismo, ese paso tendría el correlato de siempre en el noveno territorio más grande del planeta: pasajes aéreos mucho más caros que en el resto del mundo. Aunque todo está por verse: esta semana, Aerolíneas anunció un ajuste de gastos que va mucho más allá que aquel que el gobierno anterior no pudo hacer por sus propios errores y la oposición de los sindicatos: "El esfuerzo que el Estado nacional realiza para sostener la compañía está al borde de ser imposible. Las compañías que no se adaptan a las necesidades de su tiempo desaparecen. Seguramente, ese será el destino de Aerolíneas Argentinas si no estamos a la altura de las circunstancias".
La situación es muy delicada. "Varias aerolíneas internacionales no volverán a la Argentina en mucho tiempo", añadió Cerdá. La cámara de líneas aéreas en Argentina (Jurca), denunció que la prohibición "pone en riesgo la viabilidad de la industria aérea" y "la continuidad de los más de 70.000 empleos directos y 329.000 indirectos". El turismo, uno de los sectores que más dólares aportan a una economía como la argentina, muy necesitada del billete verde y al borde de la cesación de pagos, también se verá afectado.
Ese billete verde llega a la Argentina esencialmente a través de las exportaciones, por eso generó desconcierto el anuncio, un viernes por la noche a última hora, de que el país abandonaba la mesa del Mercosur en la que se discutían los detalles finales para cerrar acuerdos de libre comercio con Corea del Sur, Singapur, Canadá y el Líbano, entre otros países. "La incertidumbre internacional y la propia situación de nuestra economía aconsejan detener la marcha de esas negociaciones", argumentó la Cancillería argentina en un comunicado.
El analista político Andrés Malamud dijo a EL MUNDO que la decisión es incomprensible. "Los mercados externos son la razón de ser del Mercosur. El Mercosur es un trampolín, no puede ser una fortaleza. Ni siquiera la Unión Europea es una fortaleza. Occidente es una península periférica del mundo que viene y Argentina es un país marginal dentro de esa península periférica. Si no entendemos la proporción ínfima que tenemos en el mundo no nos va a ir muy bien".
El desconcierto entre los sectores exportadores argentinos fue enorme, al igual que en la región, donde priman los gobiernos liberales o de centroderecha. Alberto Fernández debió darle explicaciones al presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou. También al chileno Sebastián Piñera, cuyo país es asociado al Mercosur, y al que Fernández molestó instando a la oposición de izquierdas a llegar al Palacio de La Moneda. Con el Paraguay de Mario Abdo Benítez la relación es apenas correcta, y con Jair Bolsonaro, el presidente de Brasil, su homólogo argentino no se habla.
Cinco días después del primer comunicado, y tras el paso del canciller Felipe Solá por el despacho del presidente, Argentina dio marcha atrás: "El relacionamiento externo del Mercosur incluye los acuerdos con la UE y EFTA, que se encuentran en su etapa final, como así también negociaciones en curso con Corea del Sur, Canadá, Singapur y El Líbano". Pero está claro que el Mercosur cruje: una vez que la pandemia dé tregua, las negociaciones con Bruselas para la sintonía final del acuerdo con la UE serán muy complejas.// El Mundo
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