Imagina volar como un pájaro a ras de unos acantilados que elevan una ciudad a orillas del océano Pacífico. Vista desde las alturas, la ciudad se agiganta y al mismo tiempo se vuelve diminuta: la urbe adquiere las dimensiones de una maqueta que se extiende más allá del horizonte. Todo cambia en torno a ti, excepto el océano, que se mantiene poderoso e ingobernable bajo tus pies. Y mientras uno se mantiene suspendido en el aire, surcando ese terreno sin cartografías que es el cielo, la sensación de libertad y de felicidad es abrumadora. Ahora imagina que el que está volando eres tú.
En Lima, eso es bien fácil. Lo único que hace falta es perderle el respeto al vértigo y acercarse al Parapuerto del Malecón Cisneros, ubicado en el distrito de Miraflores, donde el vertiginoso desplome de sus acantilados marítimos es idóneo para la práctica del parapente. Allí anidan diariamente diferentes asociaciones de parapentistas que te ofrecen como un guiño a la aventura la posibilidad de sobrevolar la ciudad acompañado por un instructor de vuelo cualificado.
El vuelo se realiza con un parapente biplaza, donde el piloto se encarga de ese gesto de locura transitoria que es arrojarse al vacío del desfiladero para luego elevarse hacia las alturas. Entonces, la necia insistencia de la ley de la gravedad queda anulada y piloto y pasajero se encuentran flotando en el cielo, donde uno poco a poco empieza a sentirse cómodo en la piel de hombre pájaro que se deja llevar dócilmente por el viento. Más que un deporte de aventura, volar en parapente con un piloto se parece a un juego de niños: es tan divertido como subirse a un columpio, pero que se balancea por encima de los edificios.
La Costa Verde de Lima sirve como hoja de ruta para un vuelo que solo tiene un defecto: apenas dura diez minutos. El parapente despega, vas ganando altura por encima del circuito de playas, haces un giro de 180 grados al llegar al faro, flotas en paralelo a los acantilados, das la vuelta rozando algún edificio y, cuando te quieres dar cuenta, ya tienes otra vez los pies en tierra firme. Y es que cuando uno está montado en un parapente, el tiempo, al igual que todo lo que te rodea, se pasa volando y siempre te quedas con ganas de volver a despegar.
Hay varias compañías que ofrecen el servicio de parapente en tándem por el litoral limeño como Fly Adventure, Infinity Cross o Aeroxtreme. Los vuelos tienen un precio medio de 240 Nuevos Soles (aproximadamente 70 euros) y se pueden reservar por internet o directamente en el Parapuerto del Malecón Cisneros, gestionado por la Escuela de Parapente del Perú, que funciona todos los días desde 10 de la mañana hasta la puesta de sol. Se realizan vuelos durante todo el año, pero conviene informarse antes si el viento es favorable para la práctica del parapente.// El País (COM)
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