A los estadounidenses visitar monumentos conmemorativos les consuela. Los llaman 'memorials' (en inglés) y son lugares erigidos para homenajear a los héroes, ya sean expresidentes, víctimas inocentes o compatriotas que dieron su vida por la libertad. A la extensa lista de lugares para el recuerdo se suma este lunes el esperado National September 11 Memorial, que rinde tributo a los 2.983 hombres, mujeres y niños que murieron el 11 de septiembre de 2001 en el peor atentado de la historia del país.
Han pasado ya diez años desde que dos aviones secuestrados por terroristas impactaron contra las Torres Gemelas de Nueva York, que cayeron, desplomadas, sobre el centro neurálgico del mundo. El corazón de los estadounidenses se encogió y así ha permanecido. No han ayudado a cerrar la herida diez largos años de desescombros, recuperación de cadáveres, trifulcas por proyectos urbanísticos ni el machacón ruido de maquinaria pesada.
Sin embargo, la inmediata apertura aquí del monumento del 11-S puede hacer que Nueva York termine de una vez el periodo de duelo. Curativo será visitar el robledal y rodear las piscinas ubicadas sobre la huella que dejaron las gemelas o leer los 3.000 nombres de las víctimas grabados en muros de bronce. Y, después, a seguir con la vida y con los negocios.
No en vano estamos en el epicentro del distrito financiero de Nueva York, donde están la plaza bursátil más importante del mundo, Wall Street, y grandes empresas como los bancos Merryl Lynch o Jp Morgan o las tres agencias de calificación de riesgos que monopolizan el mercado. Hay aquí 8.428 compañías, 130 más que el 11-S de 2001.
El distrito de los niños
El alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, está empeñado en que se deje de hablar de Zona Cero e insiste en el “renacimiento del Bajo Manhattan” con el uso del nombre real: “World Trade Center y Memorial del 11-S”. La zona que aspira a dejar de lado la muerte y a resucitar.
Este distrito ya no es un erial humano tras el cierre de las oficinas a las seis de la tarde. La población se ha duplicado desde 2001 y un 25% de las familias de la zona tienen niños, para los que se abren nuevas escuelas y parques. Una de ellas está en el rascacielos diseñado por Frank Gehry, el edificio residencial más alto de América y un símbolo de este renacer. El alcalde aseguró que algunos en la ciudad ya lo llaman “el distrito de los pañales”.
La reapertura de la estación de metro de Cortlandt Street, tras seis años de trabajos, es otra muestra de la recuperación. Y es que la plaza ya no es el solar primero de ceniza y después de barro que fue. Culminado el laborioso proceso de recuperación de cadáveres, en unas excavaciones que hicieron hasta emerger un navío del siglo XVIII, las obras van a toda prisa. El nuevo World Trade Center que devolverá la pulsión y regenerará esta zona de Manhattan ya se empieza a adivinar.
El nuevo WTC
El promotor del mastodóntico proyecto de recuperación del epicentro de la tragedia se llama Larry Silverstein. El complejo contemplaba la construcción de cinco rascacielos, un intercambiador de transporte y un gran centro cultural. En los diseños han participado desde Norman Foster, hasta Fumihiko Maki, Richard Rogers o el valenciano Santiago Calatrava, autor del intercambiador.
Y en esto llegó la crisis. Dos de las torres aún no se sabe siquiera si serán levantadas, dependerá de que haya demanda. Al décimo aniversario de la tragedia sólo llega en pie una de las torres, la número 7, de 51 plantas, que ya tiene inquilinos como la editorial Conde Nast o el banco ABN Amro dispuestos a instalar allí sus oficinas y revitalizar la zona.
El gran símbolo, un gigantesco rascacielos con una altura prevista de 1776 pies (541 metros), coincidiendo la medida con el año de la independencia de EE UU de la corona británica, estará acabado en 2013. Este One World Trade Center, bautizado por los neoyorquinos como Torre de la Libertad, seguirá su construcción mientras los estadounidenses acuden a rendir tributo a los que murieron el 11 de septiembre de 2001.// 20minutos.es
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